He llorado escribiendo esto.
Sí, así como lo lees.
Puede que te duela. O puede que ya lo supieras, pero nunca te atreviste a mirarlo de frente.
En esta vida, muchos sonríen contigo… pero pocos celebran tu victoria.
Porque cuando tú brillas, algunos sienten que su sombra se alarga. Porque tu progreso les recuerda lo que ellos no han hecho. Y es más fácil criticar que cambiar.
Solo hay un hombre que quiere verte por encima de él, y es tu padre.
Los demás, con suerte, querrán verte bien. Pero no mejor que ellos.
Y no los culpo del todo.
Vivimos en un mundo de dopamina instantánea, comodidad a un clic, metas huecas, y validación efímera.
Pocos, muy pocos, son los valientes inconformistas que se atreven a cuestionar el camino marcado, a romper moldes, a nadar contra la corriente.
Una corriente que empieza en un colegio que nos enseñó lo que es un prefijo y un sufijo -gracias por eso, de verdad- , pero que no nos enseñó ni media palabra sobre cómo encontrar nuestro propósito o construir nuestra felicidad.
¿Sabes qué aprendí después de tantas horas de estrés antes de cada examen?
Que una puñetera hoja no iba a condicionar mi futuro.
Y no, no lo digo como excusa de vago.
(Mi media en bachillerato fue de 8,48 en ciencias puras.)
No me faltó capacidad. Me sobró hambre de algo más.
Algo que no encontré entre las letras metidas en las matemáticas, ni entre los cinco reinos de los animales.
Encuentra tu propósito.
No tiene que ser algo épico.
Puede ser una persona. Una razón por la que te levantas cada mañana.
Una motivación que te empuje cuando el cuerpo te diga que no.
Porque cuando tienes un "por qué", los "cómo" aparecen.
Yo lo tengo claro. Mi padre.
Una persona que me no me falló ni en los peores momentos, cuando yo tenía 10 años y una maldita enfermedad se llevó a la mujer más luchadora que he conocido: mi madre.
Mi padre fue, y es, ese héroe silencioso que, sin llevar capa, sostuvo mi mundo cuando se venía abajo.
Que me dio amor, principios, y fuerza. Que jamás me pidió nada, pero me lo dio todo.
¿Contarte todo esto es de un vendehumos? Y una mierda.
Si te lo cuento es porque quiero que sepas cuál es mi motivación para seguir creciendo, para seguir creando contenido de valor, y para ser algún día la mitad de valiente que ha sido, y es, mi padre.
Porque necesito que entiendas que esto no va solo de mí. Va de ti.
De que entiendas que si estás esperando a que los demás crean en ti para empezar a luchar, estás jodido.
Cree tú primero. Cree aunque estés solo. Cree porque sabes que hay alguien que lo ha dado todo por ti.
Y si no lo tienes, conviértete tú en ese alguien. Para ti, o para otros.
¿Y tú? ¿Cuál es tu motivo para no rendirte?
Nos vemos por el Círculo Alpha.
Se despide un servidor.
Juan.
Como para no llorar 😢. Menuda historia. Mi motivación son mi hijo y mi hija, me motivan a ser mejor cada día, para ser un buen ejemplo para ellos.